Después de siete semana, el panorama de New England sigue siendo muy complicado, pues el nivel mostrado en semanas anteriores dejó mucho que desear y la afición evidentemente mostró su molestia ante dicha situación, sin embargo, en nuestro último partido, correspondiente a la semana siete, el equipo tuvo una cara completamente diferente, derrotando ante todo pronóstico en casa a uno de los equipos más fuertes de la liga y rival divisional, los Bills de Buffalo por marcador de 24-29. Existían muchas dudas sobre el rendimiento de nuestro QB, Mac Jones, quien semanas atrás su nivel decayó considerablemente a tal grado de crear una ruptura con toda la fanaticada, aunque en su último compromiso sorprendió cargándose el equipo al hombro en la última serie ofensiva que nos dio el triunfo.
Nuestro último encuentro se definió en el último instante, situación que no habíamos visto de Jones en los tres años que lleva dentro de la NFL, su actuación fue sin duda la mejor en lo que va de temporada, completó 25 pases de 30, para 272 yardas y dos pases de anotación; uno de ellos fue a menos de veinte segundos del cuarto cuarto para darnos la segunda alegría del año, sin embargo, la realidad es que por momentos siguió batallando en jugadas importantes y aunque hubo un amplio dominio de Pats, el encuentro se decidió hasta la última jugada y por fin presenciamos un juego relevante de Jones.
Afirmar o sacar conclusiones por un partido relativamente bueno no nos permite tener un análisis conciso o contundente que de lo que se espera en lo que resta de la campaña, sin duda la victoria del pasado domingo 22 de octubre, anímicamente al equipo le vendrá bien, derrotar a un rival directo y uno de los favoritos permitirá trabajar sin mayor presión y con mayor confianza para los próximos compromisos y ganarse el respaldo de la afición que lo tiene que como uno de los principales señalados ante la crisis que vive la franquicia en lo que va de temporada.
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