La de ayer, no fue una simple derrota, tal vez significó decirle adiós a los playoffs. New England tenía la oportunidad perfecta de tomar una posición relativamente más cómoda dentro de la AFC pero no la aprovechó, y duele mas saber que perdieron Miami, Baltimore y Las Vegas.
¿Por qué duele? De haber ganado el día de ayer, estaríamos a un juego de poder entrar a los playoffs, sin embargo nos quedamos aún lejos y con equipos pendientes por enfrentar como Cardinals, Rams, Miami que saldrá con todo para buscar el puesto de comodín y Bills que buscará gustoso darnos el empujón al precipicio.
New England en aspectos general lucha, se queda cerca, no es humillado, pero queda evidente que la falta de talento es lo que nos termina costando los partidos.
La estructura está ahí, pero las piezas necesarias no. Gunner Olszewski deja más dudas que respuestas en la asignación más importante que tiene semana a semana.
Cam Newton parece ir retomando confianza pero no tiene armas, y al parecer tampoco el temple que se requiere en los minutos finales y eso es lo que al final cuenta. Quizá tampoco le ayude mucho a Cam el planteamiento ofensivo de Josh McDaniels que muchas veces resulta poco comprensible, al mandar carreras en jugadas en las que se requiere largo yardaje.
Y siguiendo el tema de Josh ¿Por qué ayer le quitó protagonismo a Damien Harris luego de que fuera el jugador que más daño estaba causando a la defensiva de los Texans? La peor contra la carrera de toda la liga, por cierto.
El día de ayer Deshaun Watson (un gran QB al que no hay que demeritar) estuvo cómodo la mayor parte del partido, las 344 yardas aéreas que le convirtió a la defensiva son la mejor muestra. New England no fue capaz de presionarlo (repito, falta de piezas) y qué decir de la secundaria que ahora se come pases profundos de vez en vez.
Es la temporada que esperábamos en un año de transición, pero queda el mal sabor de boca de estar ahí, muy cerca y que al final del día se hayan perdido partidos en la raya por no tener un roster que posea un poco más de talento.
Por Iván Mendoza
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